Eran lo más granado de la caballería francesa, y de poco les sirvió. El 24 de febrero de 1525, los orgullosos gendarmes galos –caballeros cubiertos de placas metálicas de la cabeza a los pies– se lanzaron a la carga en Pavía. Era la enésima vez que arremetía en batalla la apisonadora del rey Francisco I ; en esta ocasión, con sus esperanzas puestas en dominar el colosal potencial económico y político del Milanesado. Pero, lo que es la vida, terminó frenada en seco por los arcabuceros de su majestad imperial Carlos V . Así quedó en las crónicas de la época: «El ruido y el humo pusieron en gran temor a los caballos, tanto que sus dueños no los podían... Ver Más