Cuartos a base de piedra y barro, con techos de calamina que gotean agua durante las lluvias, la nieve o granizadas. El piso de tierra y las paredes sin estucar, ni pintura, presentan huecos por donde el viento entra con fuerza, convirtiendo el “dormitorio” de los niños de 4 a 17 años en un verdadero refugio de abandono.