Un día, Byung-Chul Han sintió “una profunda añoranza, incluso una aguda necesidad de estar cerca de la tierra, así que tomé la resolución de practicar a diario la jardinería. ( ) El trabajo de jardinería ha sido para mí una meditación silenciosa, un demorarme en el silencio. Ese trabajo hacía que el tiempo se detuviera y se volviera fragante ” El filósofo coreano-alemán, premio “Princesa” de Comunicación y Humanidades, arranca así su “Loa a la Tierra”, una reflexión pausada sobre la reconexión con la naturaleza que este sábado encontró en Oviedo su banda sonora. Su “música que huele a flores”. El piano de la alicantina Marta Espinós, convocado a la vieja fábrica de armas de La Vega para dialogar con la parte más ecologista de la obra del pensador, quiso hacer lo mismo que Han en el espacio berlinés que bautizó “Bi-Won”, “jardín secreto” en coreano. Quiso abrir también aquí un paréntesis en el tiempo. Ralentizarlo y dilatarlo. Cavar, reflexionar, volver a la tierra.