Con sumo cuidado de no caer en las palabras trampa (“ascenso” o “liderato” son tabús), explicó Calleja en la previa que notaba que el vestuario creía, que le daba esa sensación en la nariz de que la gente estaba enchufada. Y que eso, esa fe, es lo que más tranquilo le dejaba. La fe en alcanzar un objetivo pesa en ocasiones más que los argumentos futbolísticos. Porque el Oviedo salió de El Plantío de una situación más que complicada, 1-0 abajo y superado con claridad por el rival. Lo hizo acertando en los momentos clave, y con otros de muy buen fútbol, sí. Pero lo hizo, sobre todo, en un ejercicio sobresaliente de creer. Solo así se explica el 1-2 de Burgos. Es la fe del -por lo menos hasta mañana- líder de Segunda.