En mayo de 1991, el camerino del estadio municipal de San Isidro se convirtió en el escenario de una tragedia inesperada. Un artefacto explosivo detonó afectando a los jugadores del club Deportivo Municipal. Hubo varios heridos, uno de gravedad; pero también un fallecido: el joven futbolista edil Héctor Mathey. Por primera vez, el terrorismo golpeaba directamente al fútbol peruano, marcando un antes y un después en la historia del deporte nacional.