Tras toda una vida en el mar, Rafael López Chacopino empezó a darle vueltas a cómo podría sacar más provecho a las capturas que él y sus dos hermanos -José y Antonio- conseguían con la flota de seis barcos pesqueros de la que son armadores en el puerto alicantino de Santa Pola. Un negocio familiar que fundaron sus padres. Tenía muchas razones, pero la principal era dejar de depender de las continuas variaciones que experimenta el precio del marisco en las lonjas -lo que implica unos ingresos enormemente variables frente a unos costes fijos- y de los mayoristas que siempre les decían que "la cosa no iba bien" para apretarles más las tuercas.