El 15º Congreso regional del PSOE que se celebra desde este viernes al domingo en Armilla (Granada), y que servirá para que María Jesús Montero asuma formalmente la secretaría general del partido, tiene dos cometidos fundamentales: por un lado, engrasar la máquina que pilotará a partir de ahora la dirigente socialista que, hace mucho, se convirtió en el principal enemigo para el PP de Andalucía -"están todo el día hablando de mí en el Consejo de Gobierno", bromeaba cuando todavía estaba Juan Espadas al frente del partido pero era evidente cómo acabaría la cosa-. La segunda tarea es neutralizar, al menos durante estos días en que todo el foco mediático está encima (hay más de cien periodistas acreditados), el ruido por el control del poder que hay en todas las provincias menos en Sevilla. Una tarea titánica para un partido que ha hecho de la intriga orgánica una parte importantísima de su biografía, más aún durante los congresos. Este fin de semana el mensaje es centrarse e...