Tessa Hulls no es una autora de cómics convencional. Es más fácil encontrarla en algún punto remoto de Alaska, cocinando para equipos de investigación en el Ártico o recorriendo en bicicleta miles de kilómetros por terrenos inhóspitos, que en una oficina de Nueva York firmando contratos editoriales. Su vida transcurre entre temporadas de aislamiento extremo y proyectos narrativos donde lo físico y lo intelectual se entrelazan de manera inseparable. En 'Alimentar a los fantasmas' (Reservoir Books), su monumental novela gráfica, Hulls ha volcado no solo la historia de su familia, sino su propia obsesión con la memoria, la identidad y el peso de la herencia.