El paso del tiempo no lo ha hecho más verosímil. Lo ocurrido hace justo un año todavía perturba al Líbano. Pasadas las tres y media del mediodía de un martes cualquiera de septiembre, miles de dispositivos electrónicos pitaron al unísono. Los zumbidos sonoros de los buscapersonas llenaron habitaciones de todo el país. Segundos después, también todos a la vez explotaron. Una docena de personas murieron al instante. Entre ellas, había varios niños. Tan solo un día después, de nuevo, otros dispositivos fueron detonados al mismo tiempo. El segundo ataque, esta vez con explosivos en los walkie talkies, mató a una treintena más de libaneses. Muchos se encontraban en los funerales de sus compañeros muertos el día anterior.