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Los voluntarios del Milán, licenciados en 1964, refrescan anécdotas: intervinieron cuando un león campaba a sus anchas a tres minutos de la calle Uría

«El centinela dio la voz de alarma: ¡Mi sargento, un león!» . Cuando Llamaquique era todo praderías y los voluntarios del cuartel del Milán hacían retén de guardia en el Gobierno militar de la plaza de España, el asombro del soldado fue mayúsculo. El rey de la selva campaba a sus anchas a tres minutos de la calle Uría, el centro neurálgico de Oviedo, y había que tomar medidas. « Decenas de rifles Mauser preparados para apuntar y disparar al león», relata Severino González, uno de aquellos voluntarios».


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